Un camino interior


Autor: P. Fernando Pascual L.C. | Fuente: Catholic net

Sabemos cuál es la meta de llegada. El cielo es el hogar eterno.

Un camino interior

Cada hombre, cada mujer, avanza hacia una meta, recorre un camino en la vida.

No siempre tenemos claro el objetivo, el destino hacia el que se dirigen nuestros pasos.

Muchas veces pensamos sólo en las etapas intermedias. Unos estudios, un trabajo, la familia, una enfermedad, el pago del alquiler o la hipoteca, el regreso de un amigo.

Otras veces, en una lucidez profunda, percibimos que esta tierra no es nuestra patria definitiva, que no nacimos para el tiempo, que no vivimos para lo efímero.

¿Cuál es, entonces, la meta verdadera? ¿Hacia dónde camina nuestro corazón? ¿En qué puerto anclaremos para siempre?

Las preguntas buscan respuestas profundas y ciertas. No basta el deseo para estar seguros de haber encontrado aquello que da sentido a nuestros pasos. Necesitamos encontrar la luz suficiente, la máxima certeza posible, respecto de la meta última.

El camino interior nos invita a mirar lejos. La garantía máxima, la seguridad completa, sólo puede venir de un Creador bueno, de un Amigo sincero, de un Dios interesado por los hombres, de un Cristo que da su Sangre y su Carne como alimento para las jornadas de cansancio.

Sabemos, por fin, cuál es la meta de llegada. El cielo es el hogar eterno, en el que hay lugar para la llegada de los hijos buenos. Allí el Padre abrazará a quienes dijeron sí a la gracia, a quienes se dejaron lavar por el agua del bautismo y por la Sangre del Cordero...

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