Padrecito nunca cambie

Un día una señora le dijo a un sacerdote “padrecito nunca cambie”. A mí no me gustó eso, porque no son palabras buenas ni para el,  ni para mi, ni para nadie.  Decirle al sacerdote “padrecito” no me agrada; es un diminutivo, que el cariño, que la cogida, si, pero es que con tanto “padrecito” por aquí y “padrecito” por allá y “nunca cambie” por aquí y “nunca cambie” por allá, el Sacerdote cae en la tentación de quedarse “padrecito” y de “no cambiar”.

Hay otras formas de expresarle afecto, cariño a los sacerdotes, hay que amar a nuestros sacerdotes, hay que orar por ellos, acompañarlos, la corrección fraterna y con respeto, pero por favor no tantos “padrecito nunca cambie”.  Primero porque yo misma desconfío de tanta mimadera  y segundo porque el sacerdote no es “el padrecito”, es nuestro Pastor, nuestro Padre en la fe, una forma más perfecta de la imagen de Cristo en la tierra porque todos somos llamados a ser imagen de Cristo, es el Ministro que preside los Sacramentos al Pueblo de Dios, etcétera.  Así que una forma de respetar a los sacerdotes es no decirle “padrecito” y una forma de NO hacer crecer a una persona sacerdote o no, es,  repitiéndole reiterativamente al oído “nunca cambies”.

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