Un dialogo entre amigos catolicos y evangelicos sobre el tema de los santos
Recopilado por José Miguel Arráiz
ENLACE: http://www.apologeticacatolica.org/Santos/SantosN02.htm
Recientemente
tuve la oportunidad de conversar con unos buenos amigos sobre este
tema, y me pareció útil conservarlo aunque sea retocado y parafraseado,
porque puede servir de ayuda y guía a la hora de explicar a nuestros
hermanos cristianos de otras denominaciones exactamente que creemos y
por qué. Los nombres, como de costumbre los he cambiado, ya que lo
relevante aquí son las ideas y opiniones.
Marlene: Yo no entiendo por qué los católicos tienen que rezar a los santos, ¿acaso no es eso idolatría?
José: Ok, permíteme que te explique exactamente que creemos.
Miguel: Adelante, explícate.
José: Lo que sucede es que los católicos creemos que “el que cree en Cristo tiene vida eterna“, tal como dice la Biblia (Juan 3,36)
Miguel: Bueno, es que eso creemos todos.
José: Si, pero si realmente
aceptamos eso como un hecho, también aceptaremos las implicaciones
lógicas que esto tiene, y una de ellas es que una vez que estamos unidos
a Cristo, esta vida eterna no cesa ni se interrumpe con la muerte sino
que llega a su plenitud. Precisamente por eso le llamamos vida eterna y
no vida interrumpida o algo por el estilo, pues es una vida que no cesa
durante toda la eternidad. Nosotros por eso creemos que quienes mueren
en gracia de Dios pasan a gozar de su presencia, y desde allí siguen
formando parte de la comunidad de amor que llamamos Iglesia, porque la
Iglesia es…
Miguel: El cuerpo de Cristo.
José: Exacto. Una vez que
pasas a formar parte del cuerpo de Cristo, no eres desmembrado al morir,
sigues en su comunión de una manera incluso más intensa. Es en esa
comunidad de amor donde ellos no pierden la capacidad de hacer
peticiones a Dios. Si antes en vida podían interceder con sus oraciones
por nosotros, ahora lo hacen con mayor fervor porque están en la
plenitud del amor de Dios. Ellos no dejan de amar, ni dejan de
preocuparse por nosotros. He allí la clave para entender el dogma de la
comunión de los santos: como miembros del cuerpo de Cristo, que están
unidos entre sí, siguen unidos incluso en el más allá.
Esta es la razón por la que los católicos
decimos que la Iglesia está dividida en la Iglesia militante (aquellos
que peregrinan por esta vida), la Iglesia triunfante (aquellos que ya
triunfaron en el camino de la fe) y la Iglesia purgante (aquellos que se
purifican antes de gozar de la visión de Dios, en lo que llamamos
purgatorio, tema que quizá podamos platicar en otra ocasión).
Miguel: Oye, pero yo tengo entendido que cuando una persona muere “duerme en el Señor”. En la Biblia se ve por ejemplo, que cuando Lázaro muere está dormido: “Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.»” (Juan 11,11). Lo mismo con Esteban al morir se durmió: “Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.” (Hechos 7,60)
Marlene: Efectivamente, los que mueren duermen en el Señor.
José: Ok, déjame explicarte
algo. Cuando la Biblia utiliza la palabra “dormir” para referirse a los
difuntos se refiere a sus cuerpos, no a sus almas. En el mismo caso que
mencionas de Esteban se ve como antes de “dormir” ve que el cielo se
abre para recibirle: “Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró
fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a
la diestra de Dios; y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo
del hombre que está en pie a la diestra de Dios.»”(Hechos 7,55)
Quienes creen que aquellos que mueren están
inconscientes o incluso que no existen fuera del cuerpo son algunas
sectas como los testigos de Jehová y adventistas que no creen en la
inmortalidad del alma. Realmente ni los católicos ni los evangélicos
creemos eso (los reformadores por ejemplo no pensaban así) sobre todo
porque hay muchos textos bíblicos en donde esto se ve claro.
Miguel: ¿Como por ejemplo?
José: San Pablo confiesa que quiere morir para estar con Cristo: “Pues
para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia… por una parte,
deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo
mejor; mas, por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para
vosotros”(Filipenses 1,21-24)
Miguel: Por supuesto, pero eso quiere decir que quiere morir para dormir en el Señor.
José: No tendría sentido
que Pablo quisiera morir para quedarse dormido, por el contrario, el
dice que incluso fuera del cuerpo puede afanarse por agradar al Señor, y
alguien dormido no se afana:“Estamos, pues, llenos de buen ánimo y
preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso, bien
en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle” (2 Corintios 5,9). Observa cuan convencido está que al salir del cuerpo estará con Cristo gozando de la visión de Dios: “Así
pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en
el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la
visión… “ (2 Corintios 5,6)
Hay muchos ejemplos más en la Biblia donde
se ve que aquellos que han muerto no están inconscientes, recuerda el
caso del profeta Samuel cuando se apareció luego de haber muerto a Saúl y
le dijo todo lo que iba a suceder (1 Samuel 28,6-20). Un adventista te
diría que no era realmente él sino un demonio, pero si te fijas bien en
el texto, allí no dice eso sino que era el propio Samuel. Por otro lado
todo lo que dijo fue cierto al punto que finalmente se cumplió. No
parece ser la forma de actuar del Demonio que es el padre de la mentira.
También tenemos el caso del buen ladrón, al que Cristo le dice que ese mismo día estaría con él en el paraíso: “Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.» “ (Lucas
23,43) . Sabemos por palabras de Cristo que la resurrección ocurrirá el
último día (Juan 6,44.54; 11,24), sin embargo ya él desde ese día
estaría con Cristo, no dormido, no inconsciente.
Miguel: Pero entonces ¿por
qué la Biblia dice que cuando venga Cristo, los que vivamos nos uniremos
a los que ya durmieron en el Señor y será allí que estaremos con Cristo
para siempre?. Recuerda que dice: “El Señor mismo, a la orden dada
por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y
los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después
nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en
nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así
estaremos siempre con el Señor.” (1 Tesalonicenses 4,16-17)
Carlos: Cierto, eso tampoco
yo lo entiendo, si ya los que mueren están en el cielo en presencia de
Dios, ¿para qué van a resucitar el último día?
José: Porque la obra
redentora de Cristo tiene que restaurar todo aquello que el pecado ha
afectado. Una de las consecuencias del pecado fue que los hombres
padeciéramos la muerte física, en donde se separa el alma del cuerpo.
Pero Dios no nos creó originalmente así, y Dios tiene que restaurarnos
completamente y eso ocurrirá en el último día. En ese entonces ya
estaremos en el cielo pero con un cuerpo similar al de Cristo.
Miguel: Con nuestros cuerpos glorificados.
José: Efectivamente, pues eso es lo que explica San Pablo cuando habla de la resurrección: “Así
también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción,
resucita incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se siembra
debilidad, resucita fortaleza; se siembra un cuerpo natural, resucita un
cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo
espiritual.” (1 Corintios 15,42).
Y precisamente por todo eso, si se acepta
que quienes murieron y se salvaron están con Cristo, no habría por qué
dudar que pueden hacerle peticiones.
Marlene: No sé, yo no lo
entiendo de esa manera, yo acepto que si pueden estar con Cristo, pero
tranquilos, y en santa paz, sin saber nada de lo que ocurre en la tierra
ni estar preocupados por ello.
José: En la misma Biblia
puedes ver que aquellos que están en presencia de Dios pueden hacerle
peticiones. En al Apocalipsis por ejemplo, se ve a los mártires clamando
a Dios: “Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las
almas de los degollados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio
que mantuvieron. Se pusieron a gritar con fuerte voz: «¿Hasta cuándo,
Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza
por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?» Entonces se le dio a
cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperasen todavía un poco,
hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban
a ser muertos como ellos.” (Apocalipsis 6,9-11). Observa en primer
lugar que pueden pedir y sus oraciones son escuchadas, y en segundo,
como ellos estaban enterados de lo que había ocurrido en la tierra, ya
que de lo contrario no sabrían si ya se les había hecho justicia.
Miguel: Pero ¿Cómo podrían
enterarse de lo que ocurre si solo Dios lo ve y lo sabe todo? ¿Cómo
podría por ejemplo, la Virgen María, atender simultáneamente las
millones de peticiones que recibe en un mismo instante de parte de
millones de personas?
José: Lo que pasa es que
estamos acostumbrados a ver las cosas al modo humano y pensamos que en
el más allá el tiempo y los sucesos transcurren tal como ocurren aquí,
pero eso no es así. Nosotros aunque no podemos entender como es el más
allá, si podemos saber gracias a la Biblia que aquellos que están en
presencia de Dios se enteran de lo que acontece.
Miguel: ¿En donde dice eso en la Biblia?
José: Jesús por ejemplo nos dice que los ángeles en el cielo se alegran cada vez que un pecador se convierte: “Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»” (Lucas
15,10). Imagina que en distintas partes del mundo se conviertan muchos
pecadores al mismo tiempo, ¿dejarían por eso los ángeles de enterarse
solo por no ser omniscientes?
Miguel: No, pero ellos se enteran a través de Dios.
José: Exacto, y es
precisamente esa la misma forma por la que también se enteran los salvos
que están en presencia de Dios de lo que aquí ocurre, recuerda que
Jesús también dice que en el cielo seremos como ángeles (Mateo 22,30).
Si vamos a la carta a los hebreos
encontramos otro ejemplo. En el capítulo 11 el autor menciona a todos
los santos y profetas fallecidos en la antigüedad, y luego en el
capítulo 12 versículo 1 se refiere a ellos como una nube de testigos de
tenemos a nuestro alrededor: “por tanto, también nosotros, teniendo
en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el
pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos
propone” (Hebreos 12,1). Por si eso fuera poco más adelante les
menciona como la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo
junto con los ángeles: “Vosotros, en cambio, os habéis acercado al
monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a
miríadas de ángeles, reunión solemne, y asamblea de los primogénitos
inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de
los justos llegados ya a su consumación” (Hebreos 12,22-23)
Por tanto, si unimos las piezas podemos
veremos que la enseñanza de la Iglesia tiene mucho sentido, pues por la
misma Biblia sabemos: 1) quienes están salvados están en presencia de
Dios, 2) pueden hacer peticiones, 3) a través de Dios se enteran de lo
que ocurre, 4) No dejan de amarnos, ni son indiferentes a nuestros
sufrimientos, necesidades 5) desean nuestro bien. Tomando en cuenta todo
esto no es ilógico pensar que pueden orar por nosotros.
Marlene: Pero igual yo no creo que sea necesario pedirles que oren por mí, porque yo puedo acudir directamente a Jesucristo.
Miguel: Es cierto, en la Biblia dice “Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” (Juan 14,6)
Marlene: También dice que hay “hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús” (1 Timoteo 2,5).
José: Ok, te explico. Lo
primero que tenemos que distinguir es entre los distintos tipos de
mediación. Una es aquella que solo Cristo puede hacer, ya que él como
Dios y Hombre verdadero era el único que podía morir por nosotros y
redimir el género humano. Otra sin embargo es la intercesión, en la que
los cristianos unidos a Cristo oramos e intercedemos unos por otros.
Ustedes por ejemplo, aceptan que se pueden orar unos por otros, ¿no?
Miguel: Claro.
José: Pero incluso estando vivos no por eso usurpan el papel de Cristo como único mediador ¿cierto?
Miguel: No, claro que no.
José: De la misma manera
aquellos que están en el cielo no lo hacen, porque sus oraciones y las
nuestras siempre van en nombre de Cristo, tal como decimos en la Santa
Misa: “POR CRISTO, CON EL y EN EL, a ti Dios Padre Omnipotente, en
la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos
de los siglos, AMEN”.
Marlene: Pero tengo que
volver sobre lo mismo: yo pienso que no necesito pedir a ningún santo
que interceda por mi porque yo puedo acudir a Cristo directamente.
José: Razonando de esa
manera también yo podría decir que no necesito que nadie vivo ore por
mí, ya que yo también puedo pedir por mí mismo. Es evidente que si, que
cada quien puede hacer peticiones para sí, pero recuerda que Dios nos ha
querido hacer partícipes de su obra salvadora y por eso le complace que
también oremos unos por otros. No hay por qué ver como excluyentes la
oración personal con la oración comunitaria, pues no se trata de
sustituir la propia oración por la intercesión de los santos, sino de
añadir a la propia oración la de ellos, todos unidos como una comunidad
de amor.
Si volvemos sobre las palabras de San Pablo cuando dijo que Cristo es el único mediador, vemos que antes también dijo: “Ante
todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones
de gracias por todos los hombre…Esto es bueno y agradable a Dios,
nuestro Salvador”, lo que demuestra que el propio apóstol no ve la
intercesión de unos por otros como un conflicto con la única mediación
de Cristo.
Miguel: Aun así yo sigo sin
encontrar en la Biblia un solo texto donde alguien vivo se comunique
con alguien muerto y este le haya escuchado.
José: No, claro que lo hay.
Marlene: ¿Dónde?
José: En el libro de los
hechos de los apóstoles se narra que una cristiana de nombre Tabitá
murió, y Pedro luego de orar se dirige a ella y le manda a resucitar,
ella no solo le escucha, sino que le obedece: “Pedro hizo salir a
todos, se puso de rodillas y oró; después se volvió al cadáver y dijo:
«Tabitá, levántate.» Ella abrió sus ojos y al ver a Pedro se
incorporó.” (Hechos 9,40)
Miguel: Si, pero quien le resucitó fue Dios.
José: Por supuesto, pero él
hecho es que Pedro (una persona viva) se dirigió a Tabitá (una persona
muerta) y le escuchó, a través de Dios claro, en eso estamos de acuerdo,
pero le escuchó.
Marlene: No sé, yo veo a mis amigos y familiares que son católicos puro rezar a los santos y olvidarse de Dios.
José: Si eso ocurre es
porque es un exceso o una desviación de la fe que tiene que ser
corregida, pero las desviaciones no se corrigen negando una verdad, sino
enseñándola correctamente. No se trata pues, de abandonar la oración a
Dios para sustituirla por la de los santos, sino de acompañarla con la
de ellos. No es ya una sola voz clamando a Dios, sino miles, millones,
todos en comunión intercediendo unos por otros porque nos amamos.
Marlene: Ok, pero pasas por alto que Dios no comparte su gloria con nadie. La Biblia dice “Yo, Jehová, ese es mi nombre, mi gloria a otro no cedo, ni mi prez a los ídolos.” (Isaías 42,8)
José: La gloria que
corresponde a Dios como Dios no la comparte con nadie, pero Dios también
glorifica sus criaturas porque al glorificarlas glorifica la obra de
sus manos. San Pablo por ejemplo nos dice que si somos hijos “también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados” (Romanos 8,17). Jesús mismo dice de sus discípulos “Yo les he dado la gloria que tú me diste” (Juan
17,22). Como ves pues, no se trata de quitar gloria a Dios para dársela
a los santos, se trata de dar gloria a Dios por lo que ha hecho en sus
santos, y a eso llamamos veneración.
Marlene: Pero cuando un
católico se pone de rodillas ante un santo, ¿eso es solo veneración?,
porque San Pedro no permitió que otro cristiano (Cornelio) se
arrodillara ante él: “Pedro le levantó diciéndole: «Levántate, que también yo soy un hombre.»” (Hechos 10, 26). Lo mismo hizo el ángel cuando el apóstol Juan se postró ante él: “Yo,
Juan, fui el que vi y oí esto. Y cuando lo oí y vi, caí a los pies del
Ángel que me había mostrado todo esto para adorarle. Pero él me dijo:
«No, cuidado; yo soy un siervo como tú y tus hermanos los profetas y los
que guardan las palabras de este libro. A Dios tienes que adorar.» “ (Apocalipsis 22,8-9).
José: Claro, pero si te
fijas, el problema en ambas ocasiones fue que ambos se pusieron de
rodillas con la intención de adorar, y eso si sería idolatría. Hay
gestos y actos simbólicos cuyo significado está ligado a la intención
con la que se realizan, el caso de la genuflexión es uno de ellos. Por
eso se explica que en otras ocasiones en la misma Biblia se ve personas
de rodillas unas a otras y en esos casos no estuvo mal. Un ejemplo lo
tienes cuando el Rey Salomón le puso un trono a su madre a su lado y se
puso de rodillas ante ella, y nadie pensó que la estaba adorando (1
Reyes 13,35-36). ¿Recuerdan ese caso?
Miguel: Yo sí.
José: Otro caso lo tenemos
cuando Abdías se arrodilló ante el profeta Elías y este no le dice nada
(1 Reyes 18,7). La comunidad de profetas se puso de rodillas ante Eliseo
(2 Reyes 2,15) y Daniel se puso de rodillas ante el ángel Gabriel (2
Reyes 2,15). Así como estos hay muchos ejemplos en la Biblia, pero con
estos basta para mostrar que lo que hacía malo el acto de Cornelio o de
Juan era la intención de adorar.
Si te fijas bien, el texto bíblico lo dice, porque en el caso de Cornelio se dice cual fue su intención: ” Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirlo y, postrándose a sus pies, lo adoró.” (Hechos 10,25). En el otro suceso el texto bíblico nuevamente aclara: “caí a los pies del Ángel … para adorarle “ (Apocalipsis 22,8)
No podría nadie saber si otra persona está
de rodillas para adorar o venerar, a menos que ella misma lo diga,
porque no puede ver el interior de su corazón. Hacerlo y pretender
juzgar la intención del corazón del prójimo acusándole de idolatría es
muy peligroso porque podemos estarlo juzgando mal. Los católicos a ese
tipo de conductas las llamamos “juicio temerario".
Al llegar a este punto, nos tocó a cada uno el momento de partir, y luego de despedirnos amablemente seguimos nuestro camino.
ENLACE: http://www.apologeticacatolica.org/Santos/SantosN02.htm
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