Un buen día comulgando en la misa, he recibido la Hostia y al llevarla a mi boca me dí cuenta que en realidad eran dos, tal vez al momento de su fabricación, al troquelarlas quedaron pegaditas y de esa forma llegaron a mí. Y Oh alegría que sentí por esta bonita coincidencia, como si hubiese recibido dos veces al Señor ese día. Otro día, el Sacerdote me ha dado media Hostia, delgada y frágil, ya de lo último que queda en la reserva, y me he puesto también contenta, porque de inmediato caí en la cuenta que ni el día aquel de la hostia doble había comulgado doble al Señor, ni en esta ocasión, comulgué medio Señor. Descubrí el agua mojada, me suele suceder. Aprovecho este post (entrada) para advertir sobre sumo cuidado que debemos tener al recibir la comunión con la mano, prestar atención al comulgar con las partículas por minúsculas que sean, allí se encuentra Jesús, completico, en lo personal a mi me preocupa eso de la comunión cuando se realiza en la mano, la poca atención qu...