CARTA DE LA Comisión Intereclesial de Justicia y Paz Con Ocación al Encuentro del Papa Benedicto XVI con el presidente Álvaro Uribe

Colombia - Carta al Papa Benedicto XVI

Justicia y Paz

Encuentro del Papa Benedicto XVI con el presidente Álvaro Uribe

28 de Abril de 2009

Su santidad

Benedicto XVI

Ciudad del Vaticano

Roma

Su santidad,

Hemos conocido que en la sede vaticana se recibirá en audiencia al Presidente de la República de Colombia, Sr Álvaro Uribe Vélez, el próximo jueves 30 de marzo. Frente a tal hecho nosotras y nosotros, en nuestra condición de creyentes, solicitamos de manera fraterna, atender las siguientes apreciaciones, derivadas de conocimiento directo de la situación de ese país, luego de haber compartido los dolores con los millares de víctimas que padecen a diario y las consecuencias de las decisiones de ese jefe de Estado para los excluidos.

Cada vez son más crecientes los testimonios de las víctimas y de criminales, la aparición de documentos y de pruebas sobre funcionarios y sus relaciones con actividades criminales, que han supuesto la amenaza, el asesinato, la tortura y del desplazamiento forzado, así como, la distorsión del ejercicio del poder para el bien común en beneficios de sus familiares. A estos hechos se suman la comisión de crímenes de Estado, de personas humildes, habitantes de estratos populares, que luego de ser engañados para lograr un ingreso son asesinados por efectivos militares y sus cuerpos sin vida son presentados ante la opinión como terroristas. Este conjunto de situaciones, más allá, de las decisiones legales, reflejan una erosión de los principios morales y éticos expresados en el evangelio, la Doctrina Social de la Iglesia, lo que se convierte en un desconocimiento de la imagen de Dios viva.

La lista es muy larga, nombrar solo alguno de los más sonados casos, puede ilustrar la gravedad de la situación y contribuir al discernimiento de su excelencia en relación a lo que desde el evangelio se podría apelar, a quien tiene tales responsabilidades en un cargo para el bien común.

Mario Uribe, primo hermano y tutor político del actual presidente, está procesado ante la Fiscalía por vínculos con grupos de paramilitares, la ex ministra de relaciones suya exteriores, María Consuelo Araujo es hija de un ex senador, su padre ex senador de la república y su hermanos, senador de la bancada del gobierno implicados en secuestro y paramilitarismo, su hermano, también ex senador Uribista está procesado por los mismos cargos. El Hermano del ministro del interior Fabio Valencia Cosió, fue director seccional de fiscalías de Antioquia y desde ese cargo estuvo implicado con paramilitares, sin que siquiera haya renunciado el ministro como un amuestra de transparencia pública.

La agencia de inteligencia que depende directamente del presidente, El Departamento Administrativo de Seguridad DAS, es controlada por paramilitares y narcotraficantes y últimamente se ha encargado de acosar desde la interceptación ilegal de llamadas telefónica, seguimientos y montajes, a dirigentes de la oposición, periodistas, defensores y defensoras de Derechos Humanos. Uno de sus directores, Jorge Noguera, detenido por parte de esos delitos, es defendido por el presidente Uribe como un hombre honorable. Testimonios recogidos por la fiscalía, señalan que dos asesores cercanos suyos se han reunidos con los funcionarios del Das implicados en estos delitos.

Muy recientemente hace apenas cinco días fue asesinado el ex paramilitar Francisco Enrique Villalva, quien denunció que la que la masacre del Aro en la que fueron asesinados por paramilitares 15 campesinos en Antioquia, había sido dirigida por Álvaro Uribe y su hermano Santiago Uribe y prometió entregar video en el que había sido felicitado por el actual presiente cuando era gobernador de Antioquia en 1997.
El presidente, aún sabiendo que las tierras del Curvaradó y Jiguamiandó han sido utilizadas por paramilitares y narcotraficantes para sembrar palma aceitera, continúa promoviendo ese cultivo en esa zona para la producción de agrocombustibles a costo de las comunidades afrodescendientes y mestizas propietarias de esos territorios.

Paramilitares extraditados en los Estados Unidos como Salvatore Mancuso y Diego Fernando Murillo han reconocido que financiaron la campaña de Álvaro Uribe a la presidencia de la República, se conoce, la ex representante a la Cámara confesó que había recibido soborno del presidente para votara a favor del artículo que posibilitaría su reelección, razón por la que fue condenada.

Los hijos del presidente se han enriquecido gracias a la decisión gubernamental de establecer zonas francas y adelantar obras civiles como carreteras, en un país en el que el 64.2% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza.

Su santidad, la dignidad humana de las personas, derivada de la divinidad que nos hizo a imagen y semejanza suya, ha sido atropellada por el jefe de Estado de Colombia. Día a día en medio de escándalos, no vemos en el presidente Uribe, la voluntad remota de arrepentimiento sincero respecto a las actuaciones públicas de las que es responsable. Por el contrario, testigos que dan cuenta de su participación en crímenes, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, que han cumplido con el deber de investigar a sus amigos congresistas, han sido perseguidos y calumniados, los paramilitares que empezaban a decir la verdad sobre su circulo más cercano fueron extraditados, periodistas que se han atrevido a develar sus indelicadezas y actuaciones contra derecho han sido condenados al exilio o la criminalización de su actividad.

Su santidad, el presidente de Colombia, posa públicamente con la santa ceniza en su frente al inicio de cada cuaresma pero ello no ha derivado en un poder para el bien común.

Por la autoridad que tiene usted sobre los fieles católicos, consideramos, sería una expresión de solidaridad con los centenares de víctimas que usted obre, asumiendo el espíritu de los profetas. Esa actitud provocaría una toma de conciencia universal sobre su inmenso aprecio a la dignidad humana que, de manera sistemática, ha sido atropellada en Colombia y podría provocar en el presidente como persona una llamada de atención a la conversión personal con implicaciones importantes para el bien común, en particular, de los excluidos y violentados, de los despajados y de los 4 millones de desplazados. Es una actitud de la caridad cristiana, signo de solidaridad con los pobres.

Como fieles de todo el mundo, afectados por los padecimientos del hermano pueblo de Colombia, reiteramos, de manera muy respetuosa y fraterna, creemos que es importante un acto profético, el que servirá al bien común.

Tal apelación en su condición de máxima autoridad de la Iglesia, es un llamado en la condición de católico de Álvaro Uribe, para que acate las enseñanzas del catecismo en lo que atañe a los pasos para el arrepentimiento a saber:

- Examen de Conciencia ante tanto atentado a la dignidad del pueblo de Colombia y de la humanidad.

- Arrepentimiento. Sentir un dolor verdadero de haber pecado porque hemos lastimado al que más nos quiere: Dios, en las personas que han sido afectadas en razón de nuestras decisiones.
- Propósito de no volver a pecar. Desistir definitivamente de las prácticas que ofenden a Dios en los hombres y mujeres que han sido sus víctimas en Colombia.
- Reconocimiento del Pecado ante un confesor y por tratarse de una figura pública, ante la comunidad que ha sido ofendida por sus decisiones y actuaciones.
- Recibir la absolución y cumplir la penitencia que no es otra cosa que reparar los daños causados y el firme propósito de no volver a cometer estas faltas graves.

Su santidad, la insistencia en nuestro pedido radica en que la persona humana está siendo sacrificada en Colombia, todo ello para satisfacer a los ídolos del poder y del dinero. Como lo expresa san Pablo el hombre y la mujer son el santuario de Dios "No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado a un precio. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!" (1 Co 6, 13-20).

Creemos, su santidad, que una actitud profética, como la expresada por el Obispo de la Iglesia Católica Colombiana en el sentido de que Álvaro Uribe no debe perpetuarse en el poder, puede aliviar el dolor de las víctimas de 4 millones de de desplazados internos, los de 15.000 desaparecidos, los mas de 1.700 indígenas asesinados, los 2.500 sindicalistas asesinados, las víctimas de las mas de 3.000 fosas comunes que se han descubierto, y de las 3.500 masacres que perpetradas entre 1982 y 2005, de la apropiación de más de 6.9 millones de hectáreas de tierra.

En el Dios dador de la vida, en Cristo, ojalá se atienda nuestro pedido.

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz

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