Hoy en día es común escuchar que vivimos en un país laico, que el Estado no debe identificarse con ninguna religión o profesión religiosa, proclamando que la Iglesia no debe tener injerencia en la vida de civil. Sin embargo, esta premisa aparentemente verdadera, necesita ser aclarar pues una cosa es la sana independencia entre la Iglesia y el Estado, y otra la separación radical de ambos estamentos, que en la práctica se convierte en oposición hacia todo lo que implica religiosidad, fe, espiritualidad,… Dios. La Iglesia defiende la autonomía del Estado Frente a esto, debemos distinguir lo que significa que nuestros estados sean laicos y lo que es que sean laicistas. Lo primero implica reconocer la autonomía tanto de la Iglesia como del Estado, solo haciendo esto, cada una podrá responder a sus objetivos y fines propios y comunes. Sobre este punto, la Iglesia misma reconoce de la manera más clara y decidida esa autonomía. En este sentido afirmar la laicidad del Estado es afir...